DR. IAN STEVENSON y las Vidas Pasadas

La información contenida en esta página ha sido extraída del libro “Old Souls, compelling evidence from children who remember past lives” de Tom Shroder; del artículo Half a Career with the Paranormal Journal of Scientific Exploration, Vol 20, No. 1, pp. 13-21, 2006, por Ian Stevenson; del artículo “Ian Stevenson, una vida dedicada a la parapsicología” por Carlos S. Alavarado y del libro “La Reencarnación, clave para entender el significado de la vida” de Vicente Merlo.

Ian Stevenson nació en 1918 en Canadá. Obtiene su título médico de la Universidad de Montreal en 1943, graduándose en el puesto más elevado de su clase. Se entrenó en medicina interna, realizó trabajos en bioquímica, pero finalmente se especializó en psiquiatría.


Stevenson fué médico psiquiatra y tuvo particular interés en el campo de la medicina psicosomática.

Algunas de sus publicaciones sobre temas no-parapsicológicos incluyen los efectos fisiológicos inducidos por factores psicológicos, el efecto psicodélico, la psicoterapia y la entrevista psiquiátrica, entre otros tópicos. Esto lo conduce -después de algunos nombramientos en la Escuela de Medicina de Lousiana State University- al Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Virginia, donde permaneció el resto de su vida.

En la UV, a la edad de 39 años, Stevenson ocupó el cargo de Jefe del Servicio de Psiquiatría desde 1957 a 1967. En 1967, fundó y dirigió la División de Parapsicología, la cual cambió su nombre dos veces, como División de Estudios de la Personalidad, y más recientemente como División de Estudios Perceptuales. Entre 1967 y 2001, Stevenson fue también nombrado "Carlson Professor" de Psiquiatría, y entre el 2002 hasta su muerte ocurrida en 2007, fue Profesor de Investigación Psiquiátrica.

Stevenson cuenta como se inició en el tema al que se dedicó a investigar durante los últimos cuarenta años de su vida:

“Llegaron a mis manos algunos reportes de casos (de recuerdos de vidas pasadas), donde los investigadores habían notado rasgos y características similares en muchos de los casos reportados. Entre estas estaban una gran incidencia de muerte repentina, en ocasiones violenta, en la personalidad previa y una conexión familiar u otro link emocional entre los dos participantes del caso.

Decidí investigar casos que me llamaron la atención, y comencé a publicar reportes sobre ellos. En esta época de mi vida –los finales de 1950- se revivió el interés que alguna vez tuve en la reencarnación, y rápidamente aprendí que muy pocos casos posibles de reencarnación habían sido investigados. Una de las pocas excepciones era un reporte de cuatro casos publicado por un investigador indio en una publicacion francesa (Sunderlal, 1924)”...

Stevenson continuó buscando información en diarios, revistas y libros, y se concentró en examinar 44 casos en que se encontraban presuntos recuerdos de vidas pasadas.

“Muchos de estos reportes de los casos daban pocos detalles, y casi ninguno ofrecía ninguna evidencia verificada ( o al menos verificable). Reduje gradualmente el número de casos, excluyendo aquellos en que el sujeto y la presunta personalidad previa fallecida estaban relacionados o eran conocidos entre ellos, y aquellos casos en que el sujeto había hecho seis o menos declaraciones sobre su supuesta vida anterior. De los restantes 28 casos, en 25 se conocía la edad en que los sujetos habían hablado por primera vez sobre una vida anterior. En 22 de estos, las memorias habían surgido cuando el sujeto era un niño de menos de 10 años de edad. Esto parecía merecer una mayor atención. Por consiguiente, publiqué (en el Journal of the American Society for Psychical Research) un artículo -compuesto de dos partes- sobre estos casos, y recomendé que se buscaran más niños y que sus declaraciones fueran investigadas (Stevenson, 1960a,b).

En ese entonces, nunca se me ocurrió que yo mismo iba a ser la persona a iniciar esa investigación que estaba promoviendo e instigando a realizar. Estaba demasiado ocupado: administrando un departamento, ocupándome de los pacientes y enfrascado en otras investigaciones.”

Sin embargo, el artículo de Stevenson había llegado a manos de dos personas que iban a tener mucha influencia en su vida.

Una de ellas era Eileen Garrett, una persona muy espiritual que había persuadido a un benefactor de aportar los fondos para crear la “Parapsychology Foundation”, de la cual Eileen era la presidenta.

Stevenson se encontró con ella por primera vez en 1957, y en ese momento le mencionó su interés en el tema de la reencarnación. En los comienzos de 1961, ella lo contactó y le comentó que había recibido un reporte de un caso de un niño en la India, que decía recordar vidas pasadas. El niño parecía ser del tipo que Stevenson había mencionado en sus casos.

Garrett le preguntó si él estaría interesado en viajar a la India para investigar los reclamos del niño, y la Parapsychology Foundation le ofreció pagarle los gastos del viaje.

Stevenson aceptó su propuesta, y en Agosto -en el período de sus vacaciones-, partío a la India. Estuvo allí por cuatro semanas, y luego una semana en Ceylon (ahora Sri Lanka).

Antes de su viaje hacia Asia, él tenía alguna información fragmentaria acerca de otros tres o cuatro posibles casos en India, y de dos en Sri Lanka.

Relata Stevenson: “Esta información, sin embargo, no me preparó para la sorpresa de encontrar semejante abundancia de casos en ambos países. En el momento que me fuí de Asia, había recolectado información de no menos de 25 casos en India y 7 en Sri Lanka. En menos de cinco semanas no pude investigar adecuadamente todos estos casos, por lo que seleccioné unos pocos para estudiar cuidadosamente. Anoté los datos de las direcciones y algunos pocos detalles de los restantes”.

“Una segunda sorpresa para mi en este viaje fué el darme cuenta que los casos consistían en mucho más que un comentario o recuerdo de un niño sobre una vida pasada. Los niños también mostraban comportamientos que eran inusuales en sus familias y que, en esos casos que se habían podido verificar, coincidían con el comportamiento de la persona fallecida que el niño decía haber sido.”

El primer viaje de Stevenson a Asia le mostró la necesidad de realizar nuevos viajes.

Esto nos trae al segundo importante lector del artículo de 1960 de Stevenson en el “Journal of the American Society for Psychical Research”: Este era Chester F. Carlson, el inventor de la xerografía. (Xerox)

Carlson había sido entrenado como un científico, y antes de su segundo matrimonio él creía, como la mayoría de los científicos creen, que la mente es solo un producto del cerebro y que sus propiedades son enteramente físicas. Su segunda esposa, Dorris, tenía alguna capacidad para la percepción extrasensorial. Impresionó a su marido con sus habilidades y también lo estimuló a colaborar con asistencia económica en las investigaciones sobre los fenómenos paranormales. En 1961, previo al viaje de Stevenson a India, Carlson le ofreció fondos para costear su investigación, los cuales Stevenson en ese momento no aceptó.

Posteriormente Stevenson cuenta: “Cuando el primer viaje a India me mostró la necesidad de realizar futuros viajes, ocurrió que me di cuenta que solo podría realizarlos si podía reducir el tiempo que le estaba dedicando a la clínica práctica. Chester Carlson hizo posible esto a través de donaciones que realizó a la Universidad de Virginia.”...

“Como donante de fondos para investigación, Chester Carlson era inusual, quizás único. Insistió en dar en forma anónima, pero esto también lo habían hecho otros donantes. La mayoría de donantes, sin embargo, posteriormente se mantenían alejados de los detalles de la investigación que ellos mismos soportaban. Chester Carlson, en contraste, seguía los detalles de la investigación -al menos lo que yo estaba haciendo- con un penetrante entusiasmo. Dijo que le gustaría observar algunas de mis entrevistas, y me acompañó en uno de mis viajes de estudio por Alaska, donde yo estaba estudiando casos entre la gente Tinglit. El a veces hacíá preguntas, pero nunca era inoportuno. Rara vez daba alguna sugerencia, pero lo que él decía siempre merecía mi atención. Mi amistad con él pertenece a las más importantes y placenteras de mi vida”...

Luego de sucesivos viajes, Stevenson compila los casos más significativos que había estudiado hasta ese momento y en 1966 publica su libro clave: 20 Casos Posibles de Reencarnación (Twenty Cases Suggestive of Reincarnation, Stevenson 1966/1974a).

Vicente Merlo hace una descripción del mismo: “El enfoque metodológico es muy concreto y específico. Se trata del estudio minucioso y exhaustivo de veinte casos de recuerdos espontáneos de vidas anteriores, acaecidos a niños entre los dos y los cinco años de edad. El autor ha entrevistado tanto a los sujetos en cuestión como a todos los familiares, vecinos y personas implicadas en las historias correspondientes. En algunos casos la riqueza de datos es considerable y el porcentaje de confirmaciones de éstos suele ser elevadísimo. Los veinte casos que componen el libro están seleccionados de los mil doscientos casos que Ian Stevenson había recopilado hasta ese momento.”

Durante los ocho años que Carlson apoyó su investigación (1961-68), Stevenson no estuvo entregado exclusivamente al estudio de los fenómenos paranormales, sino que continuó con su interés en la psiquiatría y en la medicina psicosomática. (Estaba principalmente interesado en averiguar porqué una persona desarrolla un determinado tipo de enfermedad y no otro). En ese período de su vida realizó diversas publicaciones que incluían un libro sobre examinaciones psiquiátricas.

En 1968 fallece Chester Carlson. Stevenson lo siente como una gran pérdida personal. Su amistad con él y con su esposa Dorris habían enriquecido su vida en forma emocional. Para Stevenson, sin embargo, su muerte también significaba el fin de sus subsidios anuales para colaborar en su investigación.
Luego, ante el asombro de la mayoría, y del mismo Stevenson, se enteraron que Chester Carlson había legado en su testamento la suma de un millón de dólares a la Universidad de Virginia para ser destinado a las investigaciones de Stevenson.

Se creó entonces una controversia entre los propios administradores de la Universidad, algunos se oponían a que esa suma de dinero fuera dispuesta para apoyar las investigaciones de Stevenson. Al final, los partidarios de Stevenson (entre los que se encontraba el Presidente de la Universidad Edgar Shannon) prevalecieron, apoyándose en las palabras de Thomas Jefferson, fundador de la Universidad:

“Esta institución”, escribió Jefferson en 1820, “va a estar basada en la ilimitada libertad de la mente humana. Porque aquí no tenemos temor de seguir la verdad adonde sea que ésta nos guíe, ni tampoco a tolerar ningún error mientras la razón sea dejada en libertad de combatirlo” (Lipscomb & Bergh, 1903: 303) (traducción aproximada, ver arriba texto en inglés)

Stevenson entonces decide dedicarse por completo a la investigación de los fenómenos paranormales, particularmente aquellos que sugirieran la existencia de vida después de la muerte. (Esta decisión nos cuenta Stevenson que ya la había tomado antes de la muerte de Carlson). Renuncia a su cargo de Presidente del Departamento de Psiquiatría, luego de negociar el establecimiento de una nueva División dentro del Departamento: La “División de Estudios de la Personalidad”.

Veamos en palabras de Stevenson el origen del nombre de esta nueva área en la Universidad: “Yo no quería que figurara la palabra “parapsicología” en el título de esta nueva División, porque pensé que esto podría implicar y hasta facilitar una separación de la psiquiatría y la medicina. Esto, sin embargo, era exactamente lo que mi sucesor como Presidente parecía desear -una distancia que aislara nuestra investigación de lo que era considerado respetable-.”

Al principio, Stevenson continuó su trabajo solo, pero luego se fueron agregando paulatinamente a su equipo de trabajo hombres como Gaither Pratt, Rex Stanford y John Palmer. Las publicaciones de estos tres investigadores han provisto de un capítulo importante a la historia de la parapsicología.

Luego de algunos años también trabajaron junto a Stevenson los que luego se transformaron a su vez en investigadores independientes: Bruce Greyson, Satwant Pasricha, Emily Kelly y Antonia Mills. Más recientemente Jim Tucker se unió a su equipo y se ha mostrado a sí mismo como un prolífico y altamente competente investigador y autor. También se debe mencionar aquí a Erlendur Haraldsson, de la University of Iceland, y a Jurgen Keil, de la University of Tasmania, que mantuvieron sus posiciones académicas, pero recibieron fondos de la División para colaborar en estas investigaciones.

Stevenson enumera las dificultades que a veces encontró para que sus investigaciones llegaran a ser publicadas. Destaca la gran colaboración que tuvo por parte de Walker Cowen, quien fuera fundador y Director de la University of Virginia Press, quien fué quien publicó sus investigaciones desde 1970 hasta 1987, año de la muerte de Cowen.

Stevenson comenta: “El hizo capaz que yo pudiera publicar por escrito un substancial número de reportes de casos que de otra manera hubieran quedado como manuscritos en los estantes de mi oficina. El me admitió que creía que mis libros “eran para el futuro” . Desafortunadamente, él murió antes de ese futuro que él esperaba ver realizado, y su sucesor tenía una diferente opinión de cómo tenía que ser ese futuro. Tuve que encontrar un nuevo editor, pero la fortuna me favoreció nuevamente y me condujo a Praeger Scientific Publishers y luego a Robbie Franklin de McFarland and Company.”

En 1980 un colega de la universidad le presenta a Stevenson a Peter Sturrock, quien le explicó su idea que luego se convirtió en la Society for Scientific Exploration. Esta sociedad mantiene una publicación (Journal of Scientific Exploration) que fué de gran utilidad para dar a conocer a otros científicos las investigaciones realizadas por el equipo de Stevenson.

Comentaba Stevenson sobre la favorable política de la Sociedad de aceptar las publicaciones que muchas veces desafiaban el punto de vista que mantenían otros científicos: “Tenemos que persistir. Me fatigan las lamentaciones sobre Galileo, Wegener, Jenner y numerosos otros científicos que en un principio vieron rechazadas sus ideas originales. No podemos tener la expectativa de que todos los escépticos de las nuevas ideas se rindan en conjunto, colapsando simultáneamente como los muros de Jericho. Cada uno de nosotros debe sostener sus propias nuevas ideas. Estemos dichosos que al menos podamos expresarlas a otros científicos a través de medios que nos brindan la oportunidad, como la Society for Scientific Exploration”

Agrega Stevenson: “La Sociedad me ofreció las primeras oportunidades de reportar adecuadamente dos de mis más significativas investigaciones. Me refiero, en primer término, a las marcas de nacimiento y malformaciones que ocurren frecuentemente en niños que han presentado memorias de vidas pasadas; y segundo, a lo que yo creo que son importantes residuos de comportamiento inusual derivado de estas vidas pasadas. Ya en mi primer viaje a Asia en 1961 los informantes persistían en llamar mi atención a estos dos rasgos de los casos. Ahora encuentro que esto ha significado una fuente de disgusto para mí el no haberme decidido a publicar los detalles completos sobre las marcas de nacimientos y malformaciones hasta 1997.”

(Stevenson cuenta en uno de sus libros que le llevó más de diez años el empezar a darle el valor que tenían a las marcas de nacimiento y los comportamientos de los niños. Al principio solo los tomaba como coincidencias y ponía toda su atención en las declaraciones verbales de los niños.)

Algunos lectores de Stevenson deben considerar su monografía “Reincarnation and Biology” como su obra más importante. Sacando de consideración el hecho de que es realmente extensa (2 volúmenes, 2268 páginas), la obra es mucho más que una compilación de casos. Incluye reportes de casos y detalles adicionales acerca de casos que no se habían publicado con anterioridad. El capítulo sobre los mellizos (uno de los cuales recuerda una vida anterior) debe ser uno de los más importantes de todas sus publicaciones.

Recalca Stevenson: “Con respecto a los residuos de comportamientos de vidas pasadas, repetidamente he llamado la atención a su importancia como un tercer componente en el desenvolvimiento de la personalidad humana, siendo los otros dos componentes los genes y el ambiente luego de la concepción”.(Stevenson, 1977,2000)

En 1997-98 Stevenson se embarca en un proyecto que parecía un tanto audaz, pero que a la vez tenía la posibilidad de hacer conocer sus investigaciones a un público general.

Así lo expresa Stevenson: “Accedí al pedido de un escritor de acompañarme en viajes de estudio por Asia. El iba a mirar “por sobre mi hombro” cuando yo condujera las entrevistas para los casos. Iba a pagar sus propias expensas y luego iba a ser libre de escribir sobre sus impresiones sin censura de mi parte. Esto terminó saliendo bien. El escritor era Tom Shroder, que es actualmente un “senior editor” con el Washington Post. Tom era un sociable compañero de viaje, y soportó bien las frecuentes asperezas e incomodidades de los viajes por Lebanon e India. El libro que escribió se titula: “Old Souls: The Scientific Evidence for Past Lives” (Shroder, 1999). Lo que dice me parece honrado, hacia mí y, lo que es más importante, honrado hacia los niños que recuerdan estas vidas. Este libro también ha colaborado a difundir la información sobre los casos de estos niños.”

Por su parte, Tom Shroder cuenta en su libro, que al finalizar uno de sus últimos viajes junto a Stevenson, éste le hizo una pregunta a Schroder (que, en palabras del mismo Schroder, en realidad era un extraño, un periodista escéptico que había visto lo que el tenía para mostrar).

Stevenson le pidió que le explicara: “Cómo los científicos, que profesan no mantener ningún dogma que la evidencia razonable no pueda abolir, ignoran los volúmenes de evidencia razonable que se les han provisto?”

Schroder comenta que empezó a contestar con largas frases repetitivas sobre como en ausencia de algún conocimiento acerca del mecanismo de la transferencia -los medios por el cual la personalidad, identidad, y memoria, pueden ser reasignadas desde un cuerpo hasta otro-, es difícil el hablar de “prueba”... Schroder dice que recién en ese momento se dió cuenta que le estaba preguntando a él, que la pregunta en realidad también significaba: “Luego de todo lo que he visto y oído, yo, al menos, creo?”

La respuesta es larga, Tom Schroder escribe un libro completo sobre sus viajes con Stevenson. Si bien no aporta significativas nuevas evidencias, nos presenta el lado humano de Stevenson en toda su magnitud.

Cuenta Schroder que en una ocasión le preguntó a Stevenson si él consideraba que sus investigaciones habían “probado” la reencarnación. A lo que Stevenson contestó:

“Yo no pienso que haya ningún tipo de prueba en la ciencia aparte de las matemáticas”, sin embargo, agregó, “Sobre los casos que conocemos hoy -al menos para algunos de ellos-, la reencarnación es la mejor explicación que hemos podido encontrar. Hay un impresionante volúmen de evidencia, y pienso que con el tiempo se está haciendo cada vez más fuerte. Pienso que una persona racional, si lo desea, puede creer en la reencarnación en la base de esta evidencia”

A pesar de la evaluación de la evidencia, Stevenson nunca fue dogmático. Como dijo en su artículo "Survival After Death: Evidence and Issues" (1982): "La duda… no es censurable; las únicas posiciones inadecuadas son negar que existe alguna evidencia de valor que debemos considerar, o la categórica afirmación de que tenemos suficiente evidencia para pronunciarnos."

Ian Stevenson murió a los 88 años a causa de una neumonía, el 8 de Febrero en Charlottesville.

De alguna manera, Stevenson nos deja el legado de sus investigaciones de más de 40 años de trabajo, sin darnos una respuesta terminante, sino presentándonos los datos para que nosotros saquemos nuestras propias conclusiones.


El Dr Harold Lief en el Journal of Nervous and Mental Disease (Septiembre, 1977) dice sobre Stevenson, entre otras cosas:

“O Stevenson está cometiendo un error colosal...o él va a ser conocido como el Galileo del Siglo 20.”

(Dr Harold Lief in the Journal of Nervous and Mental Disease (September, 1977) says among other things: Either he is making a colossal mistake... or he will be known as the Galileo of the 20th century.)

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